No era el momento de leer… así que escribí
- Ana Gabriela Montero

- 7 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 jun
En los aviones, por lo general, hago cuatro cosas: limpio las fotos de la galería de mi teléfono (no porque no tenga espacio, sino porque cuando se trata de mis perros puedo tener la misma foto repetida cinco veces, desde que comienzan a bostezar hasta que terminan); veo alguna película descargada en la computadora; leo algún libro que haya traído; y, finalmente, duermo. No tengo un orden específico para hacer esto: las voy haciendo como me vaya naciendo.
Vamos en un vuelo de nueve horas rumbo a España y esta vez comencé por borrar las fotos repetidas del teléfono. Me tomó dos horas eliminar 1505 imágenes. Lo hice con cuidado, con cautela, procurando no borrar ningún recuerdo de Paz o Moothie que se me colara entre fotos pendejas y capturas de pantalla.
Después intenté leer el libro que traje para este viaje: Una vida infinita, de Joaquín Cámara. Afortunadamente, en sus páginas escribió algo que me dio permiso: “Disfruta de la lectura. Y si alguna circunstancia te lo impide, déjala apartada hasta que llegue el momento adecuado”. No lo cerré por esa frase, lo cerré porque entendí que hay un momento para todo, y ese instante no era el momento para adentrarme en esas páginas.

Finalmente intenté dormir, pero entre los movimientos de mi esposo buscando sus cargadores y los estornudos de los demás pasajeros —que parecen ponerse de acuerdo para viajar enfermos—, me incorporé de nuevo y decidí ver una de las películas que descargué: My Penguin Friend. Pero por alguna razón, no pude verla. Tampoco Soul, que quise ver por segunda vez para entender plena y completamente su mensaje.
Y entonces recordé: así fue esta semana.
Una buena semana, con pequeños momentos extraños en los que solo podía decirle a mi esposo: “La vida nos está probando. Tenemos que fluir con esto, porque esto son pequeñeces comparado con otras cosas que ya hemos navegado.”
Y aquí estoy, haciendo algo que no había planeado hacer: escribir.
Mientras me como un sándwich de queso.
¿Y por qué todo este preámbulo?
Solo para contarte tres cosas:
La lectura no era parte de mi vida hasta que Paz y Moothie se fueron. Se volvió parte de mi rutina —no tan seguida como quisiera— como una forma de disociarme del dolor y de aprender sobre algo que siempre me dio miedo: la muerte. Todos los libros que he leído desde hace siete meses y medio tratan sobre eso: la muerte, el duelo, el dolor. Como si quisiera volverme experta en el tema, para romper los tabúes que me fueron impuestos o que aprendí sin darme cuenta.
Escribir tampoco era parte de mi vida. Aunque siempre dije que se me daba mejor escribir que hablar, lo hacía solo en el trabajo: para dejar las mejores guías de procesos internos, asegurándome de que mi paso no se borrara fácilmente. Porque para mí, dejar huellas haciendo era más importante que dejarlas siendo. Curioso, ¿no? Venimos a ser, y terminamos obsesionados con hacer.
La vida a veces nos habla a través de situaciones pequeñas o incómodas. Solo que no siempre escuchamos. A veces no entendemos que una puerta cerrada nos está cuidando de algo. Preferimos verlas como oportunidades perdidas, cuando quizás son simplemente desvíos hacia algo mejor.
Con tiempo y mucho trabajo interno, he entendido que quizás la partida de mis perrhijas vino a mostrarme algo, a llevarme hacia algo más grande. O quizás no. Quizás me lo invento para darle sentido a algo que ya tiene sentido en sí mismo. Porque sí, nacemos y morimos —aunque nos cueste aceptarlo.
Y con esto no quiero decir que su partida no haya sido una total y rotunda mierda que me atravesó el alma. Lo fue.
Solo quiero decir que a veces hay regalos escondidos en situaciones dolorosas.
Y solo al transitarlas podemos darnos cuenta de ello.
Al fin y al cabo —aunque también nos cueste creerlo—, todo lo que vivimos ya lo elegimos antes de venir.
Y todo está al servicio de la evolución de nuestra alma.
Y si hay algo que he aprendido desde entonces, es que a veces escribir también es una forma de hablar con quien ya no está.


Comentarios