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La leyenda del Puente del Arcoíris

Esta es la leyenda del Puente del Arcoíris, tal como la leí por primera vez en el libro Espérame en el Arcoíris, de Laura Vidal.


La encontré en medio del duelo, buscando consuelo, y desde entonces vuelvo a ella cada vez que el recuerdo de mis peludas se hace más presente.


Si la estás leyendo por primera vez, tal vez solo necesites respirar…

Y si ya la conoces, puedes volver a leerla con el corazón en calma... porque a veces, releer algo que nos tocó el alma es una forma de seguir integrándolo.


Arcoiris y huella de perro o gato

Cuenta la leyenda del Puente del Arcoíris que cuando los ángeles de cuatro patas (y cualquier otra criatura que hayamos amado) se despiden de nosotros y con un suspiro dejan escapar su último adiós, atraviesan este puente. Al otro lado de este, se encuentran prados y colinas, en los que pueden correr, jugar y disfrutar de su inocencia...


Dicen que ahí, al otro lado del Puente del Arcoíris, hay suficiente espacio, comida, agua y sol para que todos ellos se sientan bien. Además, según esta leyenda, todos los que han estado enfermos, han sido mutilados o cruelmente lastimados, ven su salud restaurada y rebosan alegría.


Según esta hermosa leyenda, nuestros amigos se encuentran contentos y satisfechos, excepto porque ellos extrañan a alguien especial que dejaron al otro lado del Puente del Arcoíris. Por eso, de pronto, mientras todos corretean y juegan, alguno se detiene y clava su brillante mirada en el horizonte. Su cuerpo se estremece y con gran emoción se separa de su grupo, corriendo campo a través rápidamente. Ellos nos ven en la mitad del camino y van corriendo velozmente a recibirnos. Cuenta la leyenda del Puente del Arcoíris que, entonces, humanos y animales, amigos del alma, nos reunimos y nunca jamás nos separamos.


Sus lengüetazos húmedos bañan nuestro rostro y nuestras manos no pueden más que acariciar a nuestro ángel de cuatro patas, nuestra criatura amada. Entonces, según la leyenda, permanecemos unidos toda la eternidad, a través de una mutua y sabia mirada, llena de amor y de nobleza.


Pero aquí, lejos de acabar la leyenda, continúa...


De repente, en el Puente del Arcoíris, amaneció de forma diferente a los días normales, tan llenos de sol; este era un día frío y gris, el día más triste que puedes imaginar. Los recién llegados no sabían qué pensar, nunca habían visto un día de este tipo allí. Pero los animales que llevaban más tiempo esperando a sus seres queridos, sabían perfectamente lo que pasaba y se fueron juntando en el camino que lleva al puente para mirar.


Esperaron un poco y llegó un animal muy mayor, con la cabeza muy hundida y arrastrando la cola. Los animales que llevaban tiempo allí, supieron inmediatamente cuál era su historia, porque habían visto pasar esto muchas veces. Este animalito fue acercándose lentamente, muy lentamente, era obvio que tenía un gran dolor emocional, aunque no había signos físicos de dolor.


Al contrario de los otros animales que esperaban en el puente, este animal no había vuelto a la juventud ni había vuelto a estar lleno de salud y alegría. Mientras caminaba hacia el puente, veía cómo todos los otros animales lo miraban a él. Sabía que este no era su sitio y que cuanto antes pudiera cruzar el puente, sería feliz. Pero esto no sería así.


Cuando se acercó al puente, apareció un ángel y con cara triste le pidió perdón y le dijo que no podía cruzar. Solamente aquellos animales que estaban acompañados de sus personas queridas podían cruzar el Puente del Arcoíris. Sin ningún otro sitio para ir, el animal mayor dio la vuelta y entre los prados vio a un grupo de otros animales como él, algunos mayores, otros muy frágiles. No estaban jugando, simplemente, estaban tumbados en la hierba, mirando el camino que llevaba al Puente del Arcoíris. Entonces, él fue a juntarse con ellos, mirando el camino y quedó allí, esperando.


Uno de los recién llegados al puente no entendía lo que había visto y pidió a otro que le explicara qué pasaba.


—¿Ves ese pobre animal y los otros que están allí con él? Son los animales que nunca tuvieron una persona. Este, al menos, llegó hasta un refugio; entró en él, igual que lo ves ahora, un animal mayor, con el pelo gris y la vista algo nublada. Pero nunca consiguió salir del refugio y se murió solamente con el cariño de su cuidador, para acompañarlo mientras se fue de la tierra. Como no tenía una familia para darle su amor, no tiene a nadie que le acompañe para cruzar el puente.

El primer animal se quedó pensando un momento y preguntó:

—¿Y ahora, ¿qué pasará?

Antes de recibir la respuesta, empezaron a romperse las nubes y un viento muy fuerte las hizo desaparecer. Podían ver a una persona, sola, acercándose al puente, y entre los animales mayores, todo un grupo de ellos fue repentinamente bañado en una luz dorada y de nuevo eran otra vez animales jóvenes y sanos, llenos de vida.


—Mira y sabrás —dijo el segundo.

Otro grupo de animales de los que estaban esperando, también se acercaron al camino y bajaron las cabezas, mientras se acercaba aquella persona. Al pasar por delante de cada cabeza, la persona tocó a cada uno; a algunos les daba una caricia, a otros les rascaba las orejas cariñosamente… Los animales que habían rejuvenecido se fueron poniendo en una fila detrás y siguieron a la persona hacia el puente. Luego, cruzaron el Puente del Arcoíris juntos.


—¿Qué ha sido eso? —preguntó el primer animal. Y el segundo le dijo:

—Esa persona era una rescatadora, gran amante de los animales y trabajaba en su defensa. Los animales que viste bajando las cabezas, en señal de respeto, eran los que se salvaron gracias al esfuerzo de tales personas, y los que viste mayores y luego rejuvenecidos, eran los que nunca encontraron una casa… y como no tuvieron familia, no podían cruzar el puente. Cuando llega una persona que ha trabajado en la tierra para ayudar a los animales abandonados, se les permite un último acto de rescate y amor. A todos aquellos pobres animales para los que no pudieron conseguir familias en la tierra, se les permite acompañarlos para que también puedan cruzar el Puente del Arcoíris.

Esta leyenda es anónima.


¿Te gustaría saber cómo llegué a esta leyenda y lo que significó para mí? Puedes leerlo aquí: Lo que aprendí del Puente del Arcoíris cuando tuve que mirar al cielo.


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